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martes, 22 de diciembre de 2009

UN DIOS DE PODER, UN SER BENDECIDO

Cuando vamos al principio de las cosas, a la creación del hombre, podemos observar el inmenso poder y el gran amor de Dios.

1. El poder de Dios, porque todo lo que existe fue creado por Dios mismo a través de su palabra.

a. Gn. 1.1 “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.”

Ahora bien, no solo el A.T. hace evidente el hecho que la Creación tiene origen en Dios.

En el N.T. también se nos ofrece información suficiente para reconocer que el universo tiene origen en Dios.

b. He. 1. 10 Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos.

Vemos a través de toda la biblia una afirmación recurrente y enfática: Que Dios es el Creador de todo el universo.

Este hecho también debe estar muy presente en nuestra mente y corazón al considerar al Señor.

Dios es nuestro Creador y nosotros somos creaturas suyas. Es necio no creer en Dios, o pensar que somos producto de una gran explosión, o una evolución progresiva, cuando en realidad somos el resultado del inmenso poder de Dios…

Sal. 53.1 Dice el necio en su corazón: No hay Dios…

2. Sin embargo, la creación no solo nos ofrece una enorme perspectiva acerca del poder de Dios, con el, también se nos vislumbra el amor o el afecto del Señor para con el hombre. Precisamente, también desde el principio podemos obtener evidencia clara sobre este inmenso amor...

Gn. 1.31a. ”Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera…”

Cuando vemos a Dios obrando a través de toda su creación, notamos que todo aquello que creo, lo hizo con el fin de beneficiar a su más noble obra: El ser humano.

a. La condición del hombre era excepcional, pues a diferencia de las demás criaturas; solo el hombre había sido creado a imagen y semejanza de Dios…

Gn. 1.27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

b. La condición del hombre era excepcional también, porque Dios le puso como cabeza de la creación. Solo Dios mismo estaba por encima del hombre.

Gn. 1.26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

c. Pero también la condición del hombre era excepcional pues este disponía de toda la creación para su beneficio.

Gn. 1.29-30 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.

d. Además de todo lo anterior, la condición del hombre era
excepcional, pues habitaba en un precioso jardín, diseñado por Dios mismo.

Gn. 2.8, 15 8Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.

15Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.


e. Como si fuera poco, era excepcional la condición del hombre, porque Dios le había dado una buena y hermosa compañía.

Gn. 2.22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.

f. Además, era excepcional la condición del hombre porque disponía del árbol de la vida.

Gn. 2.9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

g. Finalmente, era excepcional la condición del hombre, porque habitaba en la presencia de Dios (véase todo el contexto de Gn. 1—2).

3. Como vemos, el hombre no es cualquier cosa o cualquier creatura en el mundo. En todo el universo no hay nada comparable con el hombre, no hay nada más maravilloso, no hay nada que refleje de una mejor forma tanto el poder como la bondad del Creador. Es el hombre no solo la máxima creación de Dios, sino el objeto de su inmenso amor y misericordia.

a. Entender quien es Dios y lo que ha hecho con el hombre, y por el hombre, es fundamental para conocer correctamente la naturaleza de Cristo y el amor o la gracia del Señor. Así, cuando reconozcamos quienes somos, reconoceremos también quien es Dios.

b. La pasión de Cristo, sucederá muchos siglos después de haber sido creado el hombre. Sin embargo, cuando ello ocurra, veremos maximizado ese inmenso amor que desde el Génesis Dios mismo nos manifiesta.

c. En consecuencia es necesario que observemos cómo y porqué Dios nos creó, para que después entendamos cómo y porqué Dios nos regeneró.

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