En cierta oportunidad el Señor Jesucristo criticó a los escribas y fariseos porque ensanchaban “sus filacterias" (
Mt. 23:5). Las filacterias eran cajitas de forma cuadrada o rectangular, las cuales generalmente estaban hechas de cuero negro de animales puros, en los cuales se guardaban ciertas porciones básicas de las Escrituras:
Ex 13.1–16; Dt 6.4–9; 11.13–21. Ambos grupos religiosos solían llevarlas atadas a la frente o también, para estar más cerca del corazón, en la parte interna del brazo. La costumbre de llevar las “filacterias” se basaba en una interpretación literal de
Dt. 6:6-8. Generalmente se usaban durante la reunión en la sinagoga, y antes de la oración matutina, pero no los sábados y los días de fiesta. No se sabe a ciencia cierta cuándo se introdujo esta tradición, pero la mayor parte de los eruditos cree que fue entre los siglos III y II a. de C.
Jesucristo criticó la costumbre por dos razones básicas. En primer lugar, porque los escribas y fariseos agrandaban sus filacterias para dar la impresión de ser personas de gran devoción, pero también porque las usaban como amuletos. El término griego “fylakterion”, se usaba en publicaciones seculares con el sentido de “puesto en guardia”, “lugar seguro” o “medio de protección”, y se sabe que no pocos judíos la usaban con este propósito
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