
Aunque Dios es un ser espiritual poderoso y sumamente amoroso, no debemos olvidar que también es un ser justo que demanda un castigo por el pecado cometido por el ser humano.
En dado momento se puede creer que por ser Dios tan amoroso y compasivo, jamás podrá condenar o enjuiciar al hombre y mucho menos en forma terrible o catastrófica. Pero es necesario recordar que junto a su gran poder, junto a su inmenso amor, Dios también es un ser justo o equitativo.
Nah. 1.3. Jehová es tardo para la ira y grande en poder, mas no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies.
I. Una de las cualidades más olvidadas por muchos de nosotros acerca del carácter de nuestro Creador, es la santidad que el Señor posee. Dios es un ser santo en todo el sentido de la palabra y esto mismo debe estar muy presente en nuestras mentes, para interpretar correctamente la Pasión de Cristo.
Éxodo 15.11 ¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?
A. La biblia continuamente nos hace evidente la rectitud y la perfección divina.
1 Samuel 6.20 Y dijeron los de Bet-semes: ¿Quién podrá estar delante de Jehová el Dios santo? ¿A quién subirá desde nosotros?
B. Es necesario entonces, que tengamos en cuenta la naturaleza purísima de nuestro Señor, para que podamos entender su justicia y equidad.
Hab. 1.13a. “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio…"
C. Pero si el A.T. es enfático en resaltar la naturaleza santa de nuestro Creador, el N.T. nos la confirma.
Apocalipsis 15.4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.
II. Ahora bien, la santidad no es solo un atributo divino, sino también una exigencia al ser humano.
A. Así se nos demuestra desde el A.T., cuando Dios mismo llamó a Israel para serle un pueblo santo y puro.
Levítico 11.45 Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo.
1. Notemos que fue Dios quien exigió santidad a su pueblo, por causa de la misma santidad que El poseía.
Éxodo 19.6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
2. Ahora bien, es necesario entender que la santidad fue un MANDAMIENTO dado por Dios a su pueblo, y no una mera opción o alternativa, la cual Israel pudiera abrazar u desechar según su criterio o conveniencia.
3. La santidad fue requerida por Dios para tener una relación correcta con su pueblo Israel.
B. Pero esa misma santidad que Dios exigió a Israel en el A.T., es la que Dios nos exige a nosotros en el N.T.
1 Pedro 1.16 Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
1. NO debemos creer que la santidad y la pureza fue una exigencia exclusiva de Dios para el pueblo de Israel.
2. A nosotros también se nos exige y de una forma más enfática y solemne.
Hebreos 12.14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
3. Podemos notar entonces que la santidad no solo está asociada al carácter y la naturaleza de Dios, sino por esto mismo, debe ser parte del pueblo que proclama y adora al Señor.
2 Corintios 7.1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
C. Debe ser lo suficientemente claro entre nosotros, que para lograr una relación correcta con Dios, se nos exige santidad y pureza.
1. Entonces, desde la naturaleza santa del Creador.
2. Desde la exigencia divina de santidad para el pueblo de Israel.
3. Desde la misma santidad que nos exige a nosotros; les invito a reconocer en nuestra próxima lección, la justicia de Dios en razón de su naturaleza, y a observar al hombre como objeto de la ira divina.
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