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martes, 15 de febrero de 2011

¿SABIAS QUE?




El "ojo de la aguja" (Mt. 19:24; 23:24) hace referencia a un pequeña puerta, la cual se abría exclusivamente de noche -y en el caso particular del pueblo judío los días sábado-, cuando se había cerrado el gran portón de la ciudad. Una vez cerrada la gran puerta, por aquella otra apenas podía pasar un camello sin carga, lo cual forzaba a muchos de los comerciantes de la época a pernoctar en las afueras de la ciudad, para evitar descargar sus productos o enseres. Esta ilustración con la cual estaban muy familiarizados los judíos y habitantes de aquella época, la usó Jesucristo para mostrar la dificultad (no la imposibilidad) que los ricos o personas de cierto poder económico llegaran a ser parte del reino del Señor. No obstante, en la misma palabra vemos varios algunos ejemplos de personas ricas que llegaron a ser parte de la iglesia de Cristo; cf. El eunuco etíope en Hch. 8; Cornelio el centurión en Hch. 10 quien seguramente como todo centurión de la época, contaría con una buena fortuna; Manaén, uno de los creyentes de la iglesia de Antioquía (Hch. 13.1), Lidia quien para la época se desempeñaba como vendedora de púrpura, uno de los mejores negocios de aquellos tiempos (Hch. 16:14-15), etc.

Otros comentaristas han propuesto la idea que el "ojo de la aguja" se tratara más bien del bisturí del cirujano, que para aquella época era muy conocido.

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